El Faro
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CONTENIDO
- Lecturas del Día
- Primera Lectura
- Salmo
- Santo Evangelio
- El Mensaje de Hoy
LAS LECTURAS DEL DIA
13/01/2010, Miércoles de la 1ª semana de Tiempo Ordinario
PRIMERA LECTURA
Habla, Señor, que tu siervo te escucha
Lectura del primer libro de Samuel 3, 1-10. 19-20
En aquellos días, el niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones. Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: -«Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: -«Aqui estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: -«No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: -«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: -«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocia Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Ell y le dijo: _«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: -«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: -«¡Samuel, Samuel!» Él respondió: -«Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 39, 2 y 5. 7-8a. 8b-9. 10
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. R. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R. «- Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.
EVANGELIO
Curó a muchos enfermos de diversos males
Lectura del santo evangelio según San Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -«Todo el mundo te busca.» Él les respondió: -«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios
Palabra del Señor.
EL MENSAJE DE HOY
El Faro
Arturo Quirós Lépiz
Esta noche estoy en mi cuarto, sintiéndome solo y triste.
Me parece que tanto se ha alejado
mi barco de la orilla que ya no
podré volver al faro, que ahora se ve
lejano e incalcanzable.
Siento como los vientos soplan fuerte,
y me tratan de alejar de mi refugio.
Las penas, el trabajo y la soledad
me alejan de mi Señor.
Pero hoy quiero pelear, y ya no me quiero ocultar,
lucharé y remaré, y mi meta prometida alcanzaré
pues no estoy solo ahora en este mar,
me acompaña el capitán. Aquel que dió vista
al ciego, voz al callado, alegría al triste.
Ese mismo ordena hoy a la tormenta "SILENCIO!"
y esta le obedece.
Esta noche levanto mi voz a tí Señor,
y para hacer valer tu sacrificio te
entrego hoy todo este suplicio.
Sopla en mi Señor tu espíritu, y llévame hacia tí,
pues ya no quiero naufragar en este mar, y quiero por
siempre contigo estar.
De esta forma hoy, gracias a tu misericordia puedo ver tu luz
y emprendo mi camino hacia el faro que eres tú.
Su amigo y hermano
Arturo
"Si habueritis fidem,
sicut granum sinapis!"
<><
Sn Jn. 3:16
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PRIMERA LECTURA
Habla, Señor, que tu siervo te escucha
Lectura del primer libro de Samuel 3, 1-10. 19-20
En aquellos días, el niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones. Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: -«Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: -«Aqui estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: -«No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: -«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: -«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocia Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Ell y le dijo: _«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: -«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: -«¡Samuel, Samuel!» Él respondió: -«Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 39, 2 y 5. 7-8a. 8b-9. 10
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. R. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R. «- Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.
EVANGELIO
Curó a muchos enfermos de diversos males
Lectura del santo evangelio según San Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -«Todo el mundo te busca.» Él les respondió: -«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios
Palabra del Señor.
EL MENSAJE DE HOY
El Faro
Arturo Quirós Lépiz
Esta noche estoy en mi cuarto, sintiéndome solo y triste.
Me parece que tanto se ha alejado
mi barco de la orilla que ya no
podré volver al faro, que ahora se ve
lejano e incalcanzable.
Siento como los vientos soplan fuerte,
y me tratan de alejar de mi refugio.
Las penas, el trabajo y la soledad
me alejan de mi Señor.
Pero hoy quiero pelear, y ya no me quiero ocultar,
lucharé y remaré, y mi meta prometida alcanzaré
pues no estoy solo ahora en este mar,
me acompaña el capitán. Aquel que dió vista
al ciego, voz al callado, alegría al triste.
Ese mismo ordena hoy a la tormenta "SILENCIO!"
y esta le obedece.
Esta noche levanto mi voz a tí Señor,
y para hacer valer tu sacrificio te
entrego hoy todo este suplicio.
Sopla en mi Señor tu espíritu, y llévame hacia tí,
pues ya no quiero naufragar en este mar, y quiero por
siempre contigo estar.
De esta forma hoy, gracias a tu misericordia puedo ver tu luz
y emprendo mi camino hacia el faro que eres tú.
Su amigo y hermano
Arturo
"Si habueritis fidem,
sicut granum sinapis!"
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Sn Jn. 3:16